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ESPERAD, ES IMPORTANTE SABER QUE...
El extracto que estáis por leer corresponde con la segunda parte del relato creado a cuatro manos con María L.S. Si aún no lo habéis hecho, asomaos por allí a leer la primera parte.
Espero que disfrutéis con la lectura tanto como nosotros hemos disfrutado escribiéndolo.
Un abrazo a todos ^^.
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La Biblioteca - Parte 2
-Incluso si superas la tercera
prueba y decides cuidar de este preciado tesoro, deberías enfrentarte a los
demonios que escapan de los libros, criaturas de corazón helado y alma
inexistente, ocultas en lo más profundo de la red de túneles. E incluso si
triunfas, siempre deberás enfrentarte a ti mismo, y quizás no te guste lo que
descubras al final de todo.
El anciano apartó los ojos un
breve instante, antes de volver a deslizarlos por su rostro. Esta vez a Nath no
le parecieron cansados, sino resignados.
-Has tenido suerte eligiendo ese
don. Si al azar hubiera elegido otro libro y el poder hubiese sido controlar el
aire, ¿dónde crees que yacerías ahora?
***
Cuando tras una larga noche de espera la luz volvió a bañar su
rostro, Nath se sintió preparado. Inspirando, tomó una bocanada de aire y se
giró hacia el anciano, abriendo los ojos para fijarlos en los suyos.
-Buenas tardes.
-Hola, parece que has descansado. Me alegro.- respondió el anciano
con una sonrisa traviesa. -Sígueme.
Esta vez se adentraron en lo profundo de la biblioteca, hasta que
los túneles se abrieron en una sala ancha cuyo suelo de piedra alternaba
baldosas oscuras y claras. En el centro reposaba un libro cerrado sobre un
atril.
Parece un tablero de
ajedrez- pensó
Nath al instante -, ¿dónde estarán las
piezas? Junto a cada una de las paredes había dieciséis libros en dos
filas, centrado cada uno en su baldosa.
-Cada uno de estos libros contiene una historia, Nathaniel.
Escritas en distintos tiempos y lugares, cada una de ellas es única. Tu
objetivo hoy es introducirte en una de ellas como un nuevo personaje,
desenvolverte y tomar decisiones por ti mismo. Pero elige con cuidado, aunque
la historia de tu personaje aún no ha sido narrada, una vez escrita no podrá
ser cambiada.
Entonces tenía razón,
hoy me toca jugar a mí y demostrar de lo que soy capaz. Y trazar mi camino en
la historia.-
pensó Nath avanzando hacia la primera fila de libros. Acariciando sus tapas,
leyó los pequeños resúmenes de cada una. Finalmente encontró una que cautivó su
mente.
“La historia se sitúa en un universo de fantasía donde la magia no
existe, donde cada mundo que lo conforma está regido por los humanos. Ellos,
junto con el resto de monstruos y criaturas, son incapaces de sufrir una muerte
inmediata, pese a envejecer y finalmente desvanecerse en silencio. Los mundos
están superpuestos unos sobre otros y conectados por una serie de portales.
Una mañana sin previo aviso, todos los portales conocidos se
bloquean perdiendo contacto con el exterior, quedando un mundo aislado. Antes
de que el mundo se suma en el caos, los Líderes Mundiales hacen un llamamiento
a todo aquel que quiera unirse a la búsqueda de portales activos, en las
regiones más inhóspitas del planeta.
Al transcurrir las semanas y agrupar los rumores, las miradas de
los buscadores se centran en Zero, la ciudad del mar. A unos pocos días, en el
interior de un frondoso bosque y en lo alto de un barranco rocoso, hay un
castillo. Y en su laberíntico interior es posible que se encuentre el portal
que todos andan buscando.”
-¿Te gusta?- le preguntó a Nath el libro -Es un mundo cargado de
misterios. Los humanos controlan la mayoría de las regiones habitables, se
agrupan para sobrevivir y en general se ayudan mutuamente, con una tecnología
similar a la del medievo. Existen variadas religiones y culturas, comunidades
basadas en la esclavitud o en la libertad… incluso en la muerte.
¿A qué se refiere la
historia con que no pueden morir?- le preguntó Nath.
-Sí pueden morir, pero no de forma inmediata, sólo de viejos. Y
entonces el cuerpo se desvanece. Si mueren en combate, volverán a aparecer en
un intervalo de dos horas en el último banco de reapariciones donde fijaron el
lugar de regreso…
¿Qué tipo de armas
hay?- interrumpió.
-De todo tipo. Estoques, espadas largas y cortas, garrotes,
cadenas con bolas en el extremo…- hablaba con lentitud, sin tenerlo claro
-Algunos incluso emplean guadañas, y pueden emplearse distintos objetos,
principalmente provenientes de monstruos, como potenciadores.- Nath abrió los
ojos entusiasmado.
-¿Te has decidido ya o prefieres probar otro?– el libro,
interrumpiendo sus pensamientos.
No moriría así que,
¿qué podría fallar en aquella prueba? Sin pensarlo más, visualizó la entrada entre sus páginas y de
pronto se esfumó. El anciano levantó la mano en un intento de retenerlo e hizo
un aspaviento con la mano cuando ya había desaparecido.
-Está claro que este no es de los que escuchan. Imprudente.-
rezongó y se encogió de hombros. Llamó a uno de los whisker que andaba cerca -.
Avísame si sale. Si en tres horas aún no ha aparecido, lleva el libro a la sala
de candidatos.
El whisker asintió y el anciano se marchó dejando el libro en el
suelo.
Nath abrió los ojos molesto por la luz. Estaba tirado de cualquier
manera en el suelo. Se puso en pie con dificultad, pues le dolía todo el
cuerpo, y miró a su alrededor.
Se encontraba en un bosque de árboles que no supo identificar, con
bultitos de distintos tamaños en los troncos. La luz se filtraba entre las
ramas de los árboles y desde donde estaba situado vio que unas montañas con
picos rocosos lo rodeaban.
El bosque zumbaba, lleno de vida. A lo lejos una bandada de
pájaros coloridos cayó en picado contra un árbol, ascendiendo segundos después
sujetando entre todos una rama entera. Escuchó
por detrás el batir de unas alas y al girarse observó como una mariposa
de color azul cielo se posaba sobre la corteza de un árbol. Su color se atenuó
hasta dejar ver la corteza a través de sus alas.
Llevaba la misma ropa, el traje de negocios oscuro. Se quitó la
chaqueta y se arremangó las mangas de la camisa al ver el sol en lo más alto. A su lado había un pequeño camino, y sin ninguna otra
indicación empezó a recorrerlo hacia abajo, con la esperanza de encontrar agua.
Más vale que encuentre un riachuelo
pronto.- pensó, antes de darse cuenta de que de todas formas no tenía dónde
almacenarla –Bueno, al menos tengo mi
navaja, no debe de ser muy difícil tallar un cuenco o algo para contenerla.
El camino se abrió de pronto en un claro. Carecía de hierba y de
maleza, y consistía en un círculo perfecto moteado por pequeños orificios. Ni
siquiera había piedras en el suelo, era completamente plano.
Nath dio unos pasos con lentitud. Parecía que el bosque se hubiese
enmudecido, aguardando a su próximo movimiento. Con más cautela, avanzó tres
pasos más, y se detuvo. Había oído algo.
Shhhhhhh.- el silbido creció de intensidad a
su espalda, desapareciendo con brusquedad. –Clic,
clic… ¡clic!
Se dio la vuelta y perdió el equilibrio al intentar esquivarlo. A
su espalda, flotando en el aire, estaba la araña más rara y gigantesca que
hubiera visto Nath en toda su vida.
Era del tamaño de un macuto, de color verde y con la superficie
moteada con distintas tonalidades, perfecto para fundirse con la vegetación.
Las dos patas delanteras acababan en las pinzas que producían esos chasquidos
tan desagradables, mientras que el resto de patas estaban sujetas a una bolsa
traslúcida de su mismo tamaño, que flotaba por encima.
Con movimientos ágiles y precisos, la araña comprimió la bolsa
expulsando el aire caliente de su interior, y se precipitó al suelo antes que
Nath, doblándola por encima de su cuerpo.
-Me tienes que estar tomando el pelo.- exhaló Nath mientras caía.
Al chocar Nath contra el suelo, la araña avanzó con rapidez, pero
se detuvo bruscamente a sus pies. Frotó rápidamente los quelíceros y extendió
de nuevo la bolsa con sus patas centrales.
Entonces Nath escuchó un murmullo que crecía de intensidad. El
suelo vibraba, cada vez con más fuerza. Los orificios se abrieron súbitamente e
insectos de color pardo corretearon en todas direcciones.
-¡Me tienes que estar tomando el pelo!- gritó Nath dándose cuenta
de la trampa en la que se había metido. Se puso en pie y se sacudió de las
piernas los pequeños insectos adheridos, mientras intentaba buscar una salida.
Los pequeños monstruos que llegaban al límite del claro se
agruparon haciendo crecer pequeñas columnas. La araña, con un puñado de
insectos correteando sobre su cuerpo, dio un brinco e hinchó la bolsa de tela,
intentando salir volando. Las columnas se arquearon hacia ella, y entonces Nath
vio su oportunidad.
Dando un salto, agarró de una pata a la araña, y la lanzó contra
el suelo, arrancándole la pata en el proceso. Las columnas cayeron y
corretearon hacia ellos, pero Nath no se iba a quedar esperando más.
Sin coger carrerilla dio dos zancadas amplias y salvó la distancia
hasta el camino, corriendo por su vida mientras la pata coleteaba por sí misma.
Los insectos se decidieron por la presa más débil y cercana y la consumieron,
antes de despejar el claro. Había sido una huida milagrosa.
-Odio los malditos insectos.- dijo Nath mientras recuperaba el
aliento donde había abierto los ojos. –Los odio.
Aguardaba a la sombra de un árbol cuando escuchó voces cercanas.
Sin meditarlo dos veces, se puso en pie y siguió el camino cuesta arriba. Al
otro lado, con ropas sencillas, había dos jóvenes de cabellos rubios y rizados.
Uno de ellos, el más bajito, se apoyaba en una lanza al caminar. El otro,
corpulento, llevaba una espada al cinto. Nada más verle, dejaron de reír y
corrieron hasta él.
-Tú… ¿quién eres? ¿Qué se supone que haces en el bosque vestido
así?
-¿Estás bien?- preguntó el chico de la lanza simultáneamente
–Mírale, Deus, parece que se ha dado un golpe en la cabeza.- le tocó las
manchas de la camisa -¿Eso es sangre de creecheer?
No me digas que has caminado directamente en su nido.- dijo horrorizado.
-Soy Nath.- tras dudar un instante decidió fingir ignorancia –No
recuerdo cómo he llegado hasta aquí, me he podido caer y... Después de que se bloqueasen los portales decidí explorar y buscar un
portal activo. Y hace poco oí que en la ciudad Zero, junto al mar, hay un
portal en un castillo. Me dirigía hacia allí.
-¿En serio?- preguntó el joven con curiosidad -Nosotros también lo
oímos en las noticias del pueblo, pero aún no vamos a ir allí: será muy duro y
aún no estamos preparados. No tienes pinta de explorador…
Nath no le escuchaba. Se le había ocurrido tenido una idea.
-¿Dónde viven los elfos? Este sería un momento fantástico para
pedir ayuda en su bosque. Quizás sepan qué hacer con los portales, ¿no? Quiero
decir, son muy listos. Seguro que saben qué hacer…- su voz fue perdiendo
intensidad. Tenía la sensación de que había metido la pata en algo, pero no
sabía en qué.
Los chicos le miraron como si estuviera loco. Nath intentó tragar
saliva, pero tenía la boca completamente seca, y la lengua como un esparadrapo.
-Elfos… te has debido de
dar un buen golpe en la cabeza.- comentó el mayor. –Nunca he oído hablar de un
bosque en el que habiten… elfos... ¿son un tipo de monstruo?
Maldita sea, es
cierto. En este mundo no existen otras criaturas mágicas, sólo hay humanos y
monstruos.
-¡Ya lo entiendo!- exclamó el chico rubio de apariencia más joven,
sorprendiendo a ambos – ¡Vive en los libros…!
-Sí- exclamó Nath interrumpiéndole, contento de que supiera de su
existencia.
-¡… es decir, es un ratón de biblioteca! Ve el mundo tal y como lo
lee. Seguro que también sabe escribir.
-Por supuesto que sé escribir.- respondió con tono desdeñoso,
malhumorado con el papel que se le había asignado.
De pronto a Nath le rugieron las tripas. Respirando hondo, el
chico joven miró a Deus.
-Podría acompañarnos en la cena mientras se le aclara la memoria,
¿qué te parece?
Deus le miró fijamente.
-Puedes venir con nosotros, pero no nos subestimes. No confío en
ti, pero no creo que pertenezcas a una banda de asaltantes, antes venderían
esos ropajes en el mercado negro y se jubilarían con las ganancias. Además-
observó el bosque a su alrededor y cogió aire -, aquí no hay nadie más que
nosotros en un radio de quinientos metros. No oigo otras respiraciones.
Se dio la vuelta y Nath le siguió. El chico bajito le acompañó y
se presentó.
-Yo… me llamo Basilisk, pero todos me llaman Bas. Y ese chico tan
feo es Deus, mi hermano. Ahora vivimos por aquí.
Para cuando llegaron al refugio la noche se les echaba encima. Al
contrario que el día, la oscuridad traía calma consigo. Ninguna luna brillaba
en el cielo. Nada más entrar, Deus apartó una sábana de una pared, descubriendo
un terrario con arañas luminosas. Comparándolas, Nath se dio cuenta de que la
más pequeña era del tamaño de su puño.
-Las amarillas son los machos, y las azules las hembras. Son
preciosas, ¿verdad?- dijo Bas al verle ensimismado. Un macho desapareció y
apareció simultáneamente en el tallo de una extraña flor.
-¿Se teletransportan?- preguntó con sorpresa.
-¿Qué…?- Bas se echó a reír mientras Deus le miraba desde el otro
extremo del cuarto con aún más desconfianza. –No, qué va. Si lo hiciesen no
habríamos podido atraparlas, se escaparían. Se mueven muy rápido, nada más…
Deus cruzó rápidamente el cuarto y le cortó con un codazo.
Cuchicheó con él unos minutos y finalmente Bas le sujetó las manos.
-Está bien.- le dijo, y volviéndose hacia Nath –Vamos a hacerte
unas preguntas. Te hemos dado refugio y comida, es lo mínimo que nos debes.
Deus desconfía de ti.- continuó –Te lo decimos para que lo sepas e intentes
colaborar, ¿vas a hacerlo?
Nath se quedó mirando un rato al suelo antes de asentir.
-Bien, no serán muy difíciles, no te preocupes.- mirando por
encima del hombro al terrario preguntó -¿Alguna vez habías visto estas arañas
antes?
Nath miró nuevamente al terrario. Una de las azules pulsó
repetidamente una de las patas antes de desplazarse en esa dirección. Sin
parpadear, vio un halo de luz durante el instante que duró su movimiento.
-No- reconoció -, no las había visto nunca.
-¿Y cómo es posible?- le increpó Deus –Son características de los
poblados en la cuenca que forman estas montañas. Esos ropajes son propios de un
adinerado de ciudad… Sin armas, sin protecciones…– lo miró de arriba abajo -¿De
dónde vienes? ¡Ni siquiera llevas una bolsa de viaje, y antes nos dijiste que
viajabas solo! ¡¿Tienes idea de lo que te hubiera ocurrido si llega a hacerse
de noche y no te encuentras con nosotros?!
Nath se había ido encogiendo a medida que Deus alzaba más y más el
tono de voz.
-Me lo imagino, pero yo no…- balbuceó –Yo no recuerdo nada antes
de encontraros. Abrí los ojos en el suelo. Recuerdo que me molestaba la luz.
Más tarde escuché voces huecas y risas, y subí una cuesta. Y vosotros estabais
al otro lado.
Bas se sentó a sus pies.
-¿No recuerdas nada de nada? ¿Qué es lo último que recuerdas?
No debería mentir, se
darán cuenta enseguida. Hay demasiadas cosas que no me contó ese maldito
libro.- pensó,
antes de suavizar el rostro.
Deus le vio poniendo cara de esfuerzo y se sentó junto a Bas.
-Venga, seguro que te acuerdas de algo. ¿Por qué te llamas Nath?
-Nath es… es el diminutivo de Nathaniel Silverjay.
Los hermanos intercambiaron una mirada.
-Vale- reconoció Bas -, suena a pijo. ¿Qué más?
-Lo último que recuerdo es caminar por una ciudad, con edificios
muy grandes.- dijo con lentitud. No se atrevió a mencionar la presencia de
coches pues, ¿no manejaban instrumentos medievales? –Entré en una biblioteca
que empezaba a frecuentar y empecé a leer un libro de fantasía…- les miró a los
ojos –No recuerdo más…
Deus asintió. Se levantó con lentitud y miró afuera por un
visillo.
-Ya es noche cerrada. Te propongo que duermas en la esterilla de
mi hermano por esta noche, él puede dormir en el colchón de paja. Mañana, si
sigues sin recordar nada, podrás ayudar a provisionarnos y entrenar con
nosotros. Hasta que no aprendas de nuevo a sobrevivir, no deberías volver a la
búsqueda de los portales.
Pasaron los días. Con el tiempo compactó mejor su historia y pese
a las lagunas importantes de su infancia y su comportamiento, Bas y Deus
comprendían que quisiera comenzar de cero y no le hicieron preguntas.
Tras los primeros entrenamientos, Nath se dio cuenta de no había
cambiado nada, seguía siendo él mismo. Carecía de habilidades especiales que
pudiera utilizar en un combate sobre tierra, puesto que nunca se había
entrenado para ello; pero habiendo hecho natación de pequeño tenía ventaja
sobre Bas y Deus, quienes nunca se habían planteado meterse allí donde no
hiciesen pie.
Dos semanas más tarde de su llegada, fueron al pueblo más cercano
a fijar su punto de reaparición en el banco. Nath no pudo evitar su sorpresa y
desconcierto cuando, al fijar un anillo identificador en su dedo índice,
descubrió que tenía una cuenta mundial independiente de máxima seguridad,
accesible desde cualquier banco.
Recordó que al internarse en el mundo llevaba sus tarjetas
bancarias en su cartera, por lo que parecía lógico que todos sus ahorros se
hubieran convertido a la moneda común de aquel mundo. Al observar su
crecimiento no pudo evitar soltar una carcajada, mientras se preguntaba si en
alguna parte existiría una familia que portase su apellido.
Había momentos en que al pensar en su familia sentía que no los
echaba de menos. Casi no había tenido más contacto con ellos que sus caprichos
y allí se iba sintiendo poco a poco más útil de lo que había sido en su vida.
Desde que llegó a aquel mundo sólo se había sentido inútil una vez, y ese fue
el día que descubrió que no había preguntado cómo salir del libro o lo que
ocurriría cuando el día o la noche coincidiesen con la última página. ¿Deus y
Bas morirían? ¿O acaso aquello no era tan real como le parecía? Los días
borraron las preguntas y con cada nuevo amanecer se olvidaba poco a poco de las
preocupaciones por el otro mundo o la Biblioteca.
Muchas noches alegres pasaron y finalmente Bas, Deus y Nath se
pusieron en camino a Zero, la ciudad del mar. Y fue durante el camino cuando
toda la dicha y emoción por la aventura se extinguieron, aunque Nath continuó
avanzando deseoso de superar a su yo impaciente anterior, sin recordar siquiera
la amenaza de la última página que tanto le había inquietado los primeros días.
En otro mundo cercano y lejano al mismo tiempo, el anciano de la
biblioteca estaba sentado frente a un escritorio, en una sala indistinguible de
las demás. Libros grandes y con apariencia idéntica conformaban las
estanterías. Cada uno categorizado por guardián y fechas. El anciano abrió el
suyo, dispuesto sobre la mesa, hasta dar con una página en blanco. Sujetó la pluma y suspiró con cansancio.
14 de
agosto de 2015.
Candidato:
Nathaniel Silverjay
La
Biblioteca asignó a este joven tres pruebas. La primera consistía en la
avaricia. Creí que fallaría, pues tenía ese aura que tienen las personas
ambiciosas de forma insana. En contra del primer pronóstico consiguió resistir
las voces y vencer el primer obstáculo.
La
segunda prueba consistía en el conocimiento y en el respeto hacia los libros.
El joven lo pasó mal, sí. Aprendió y, creo que comenzó a ver la Biblioteca con
otros ojos, pero también sufrió por su repulsa hacia los libros. Sólo la
Biblioteca sabe lo que pasaba por la cabeza de ese joven.
Una vez
se marchó creí que pasaría la tercera prueba, de hecho todavía lo espero. No es
el primero en tardar demasiado en ejecutarla y lograrlo. Sí de los pocos que se
vuelven suecos y sordos cuando se impacientan, pero la posibilidad sigue ahí.
Temo que no entienda lo que debe hacer para salir. Es alta la probabilidad de
que salga como un whisker (en mi juventud como guardián hubiera disfrutado
haciéndole trabajar como nunca lo ha hecho). No creo que salga como un
monstruo: era maleducado, ambicioso y creído, pero no vi que tuviera el corazón
tan marchito. Aun así la Biblioteca es un ente tan grandioso y sabio como caprichoso
y cruel.
Sea lo
que sea que suceda al final sólo lo sabremos cuando el libro termine de
escribir las líneas del joven. Sólo quiero que lo logre, que al menos haya uno
que lo logre, unos años de vida en el exterior no me vendrían mal, echo de
menos vivir para mí.
La Biblioteca continuó su peculiar orden. El anciano tuvo que encerrar
algún pequeño monstruo escapista pero en los días siguientes no sucedió nada ni
supo nada del joven. Tras dos semanas volvió a la sala de candidatos. Cogió el
tomo en el que el joven había sentenciado su destino y lo llevó hasta unas
estanterías donde se almacenaban montones de libros, unos más viejos que otros
pero todos con un aura de tristeza.
Un whisker estaba flotando frente a un tomo grisáceo, peinándose
ensimismado el bigote. El anciano dejó el libro en la columna categorizada como
‘Whisker’ y negó con la cabeza. Otro
más. Miró a su espalda, al otro lado de la sala. Había unos cuantos libros pero
eran muchos menos que en esa. Los libros de los guardianes.
Volvió la vista al libro que acaba de dejar y suspiró. Se acercó a la
mesa con calma y cogió la pluma. La deslizó sobre el papel.
1 de
septiembre de 2015
Candidato:
Nathaniel Silverjay
Como
guardián y supervisor de los candidatos declaro que el joven no ha logrado superar
su última prueba. Su impaciencia y su tozudez le elimino cualquier posibilidad.
También su irresponsabilidad e impaciencia al elegir el libro en el que
entraría han contribuido al resultado
final.
Hace tres
días el libro comenzó a brillar y de él salió un whisker. Esta vez la
Biblioteca ha sido compasiva. Silverjay ha tenido suerte después de todo. No es
como los otros whiskers. Mira el libro con cierta nostalgia, sí, pero también y
es el único que lo hace, se pone a leer su propio pasado. El resto no hace eso,
odian esos libros, los miran con odio y nostalgia, y jamás los tocan. Peculiar
y algo que no había visto en mi estancia aquí. Quisiera buscar referencias en
otros guardianes de un hecho semejante.
Esperemos
que el siguiente candidato tenga más suerte que este. Cada día que pasa creo
que influye más el capricho de la Biblioteca que el carácter de los candidatos.
El anciano guardó el libro y subió escaleras arriba, donde esperaba un
joven tranquilo, observando con curiosidad y sumo interés los tomos que
escondían las estanterías de la casita del jardín. Apenas dos días antes había
recibido la extraña carta.
A Vesse Cleentwood:
Soy un anciano al que
le queda poco tiempo en este mundo. Es mi deseo dejarle a usted lo que he
guardado durante toda mi vida, uno de los secretos más maravillosos y valiosos
que le quedan a esta tierra. Preséntese en la dirección y hora que le adjunto
en la tarjeta. Mucha suerte
Sí, con un poco de suerte Vesse sería el siguiente guardián.
Espero que hayáis disfrutado de la lectura. Podéis encontrar la lista con el resto de participantes de la iniciativa en #ProyectoparaDos.
Un fuerte abrazo a todos los que habéis conseguido leer hasta aquí :)
Voy a decir más o menos lo mismo que le dije a María: la historia me gusta, es muy creativa e interesante, pero creo que son fragmentos demasiado largos y que está pensado más para un formato novela que para un relato, al menos desde mi punto de vista. Si tengo que destacar algo que me ha gustado es el hecho de que no sea una historia típica, convencional, pero el Nathaniel que vi en el fragmento de María ha perdido fuerza aquí, no necesariamente para mal, pero me gusta ser sincera. Por lo demás, tienes un estilo impecable, es agradable de leer y espero que participes en muchos proyectos más. Enhorabuena por vuestro trabajo.
ResponderEliminarUn frío beso,
Emily
Oh *^* No lo consiguió :(
ResponderEliminarLa verdad es que coincido con Em, ha ido perdiendo algo de fuelle pero después la historia ha recuperado fuerza cuando ha aparecido de nuevo el Guardián. Lo cierto es que tiene un argumento muy interesante y, con toda sinceridad, os animo a que escribáis algo más extendido sobre el tema :) ¡Seguro que sale una historia interesante!
Bueno, creo que no tengo mucho más que decir, salvo que me ha gustado mucho y que me parece que el final es sublime, como un broche dorado.
Un beso,
C.
Oh, qué final más trissssste :( Estoy totalmente de acuerdo con Carla: creo que deberíais plantearos esto como algo mucho más largo. Igual una vez escrito el relato no os apetece, no os digo que no, pero tiene un enfoque mucho más lógico así. De todas formas, María, Arturo, tenéis una forma muy bonita de escribir ambos. Habéis creado un relato interesante y muy correcto en cuanto a la escritura se refiere. Muchas gracias :)
ResponderEliminar¡Un beso!
Paco M.
Me ha parecido muy original la manera en la que los Whiskers se crean. Le da un toque más tétrico a la Biblioteca (que en realidad si lo piensas, es un poquito hija de su madre, la verdad, como en ocasiones la propia naturaleza) y al guardián.
ResponderEliminarEn fin, pese a la longitud, un relato original, de ritmo rápido para que no aburra y muy entretenido.
¡Un abrazo!
Qué historia tan bien contada, el final me ha dejado sorprendida. Pobre Nathaniel, pero el hecho de que terminara así le ha añadido encanto extra. Me ha encantado, felicitaciones por el relato ♥
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