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lunes, 30 de junio de 2014

Recuerdo de un sueño: ] T [ (1 - Un buen comienzo) (??.03.14)

Woolis, y buenas tardes a todos,
por fin he terminado los exámenes y creo que voy a sacar todo con buenas notas. Hay una asignatura que está ahí ahí, medio dudando, pero seguro que la sacaré.

Bueno, y ahora a dedicarme a escribir, a practicar algún deporte antes de que me quede como Anacleto - porque, ¿quién no ha tenido nunca a Anacleto en las clases de Ciencias Naturales? -, a estudiar idiomas y a pasar momentos esperados y posiblemente muy divertidos con los amigos.


Aquí debajo os dejo una historia de aventuras que soñé el pasado mes de marzo. El titulo original no era una T entre dos corchetes, como posiblemente hayáis podido imaginar. En realidad la iba a llamar Aventura en Soledad, pero me parecía un título muy soso. De todos modos lo dejo a decisión vuestra.




-¿Estás seguro de que era aquí?- me preguntó Luke. Aunque estaba de espaldas podía sentir su sonrisa burlona en la nuca.

-Completamente.- contesté rechinando los dientes y apretando el musgo, si se podía, con más fuerza -¿Acaso no me crees?

-Por supuesto que te creo, pero permíteme dudar. Apenas hay noches en las que no nos cuentes tus proezas, tu valentía, el horror de perder a tus compañeros y la maldad con la que los antepasados armaron sus templos.- se dirigió a los otros -Y fíjate qué casualidad que, cuando por fin llegamos a la entrada de un templo, de uno en el que ya ha estado antes y en el que no correremos muchos peligros… coño, no encuentra la entrada.

-Esa lengua, Luke.

-Esta lengua es mía, y yo haré lo que quiera con ella.- se giró y observó los verdes prados situados a lo lejos, con el río Plata serpenteando entre ellos, mientras se ruborizaba. Sólo los dioses sabían en qué muchacha estaba pensando.

-Maldita sea.- murmuré mientras palpaba con fuerza el musgo. Con cada apretón los fluidos que había absorbido de las rocas se derramaban por su superficie, hasta un chico delgado que se afanaba por recogerlos en vasijas.

-¿No lo encuentras? ¿Puedes volver a apretar esa zona?- preguntó Mik en voz baja.

-Aún no. Creo que me he equivocado de roca, aunque juraría que era aquí… hay algo de lo que me estoy olvidando…- agarré la vasija que me ofrecía Mik y apreté el borde contra el musgo. Inmediatamente los fluidos verdosos brotaron de su interior y la llenaron.

A ver, habíamos recorrido el río Plata hasta la cascada con el saliente Hocico de Lobo, donde tomábamos el nacimiento del río a nuestra izquierda y atravesábamos el bosque hasta encontrar la Escalera del Acantilado, que consistía en una serie de orificios practicados en la roca. Una vez habíamos subido todo el material bajábamos por la ladera verde situada al otro lado hasta las Tumbas Grises y en una de ellas estaba la entrada al templo.

-Y con las Tumbas Grises se referían a estas rocas cubiertas de musgo gris.- recordé, y entonces caí en la cuenta.

-¡Ya lo tengo!- grité sobresaltando a todo el mundo.

-¿Qué pasa, recuerdas dónde está la entrada?- preguntó Luke.

-Sí- me reí aliviado -, en realidad estaba fallando en una cosa muy tonta. Veréis, cuando vine por primera vez conté las tumbas que íbamos dejando atrás y…

-Y dejaste atrás trece, como nosotros hemos hecho ahora, que no es el número maldito porque este sería el decimocuarto montículo.- añadió un joven rubio y de piel tostada llamado Dan.

-Sí, pero cuando vine la primera vez no subimos por la Escalera, sino que la bajamos.
Mik fue el primero en entenderlo.

-Claro, la primera vez subisteis hacia las tumbas, no bajasteis la ladera hasta ellos.-Así que la entrada al templo… contempló pensativo los montículos.

-¡El último que llegue se queda con cien monedas menos!- gritó Luke saliendo disparado para abajo, seguido de Charles, Dan, Tain, Sahr y los dos cazadores.

Solo quedamos Mik y yo.

-Vaya panda de inútiles. Obsérvales con atención Mik, de todos ellos los únicos que podrían llevar esta vida serían los dos cazadores de nombres impronunciables- de los que no me fío -y Dan.

-¿Dan? ¿El campesino Dan? ¿Por qué él y no Sahr?

-Sahr puede quedarse en su cómodo sillón rodeado de alfombras y vendiendo telas y cachivaches raros. ¿Por qué iba a pasar frío y temer por su vida en las estepas de los lobos cuándo puede tumbarse junto a su fuego y pagar a un bardo para que le cante hazañas?

-Entiendo. Dan es un campesino, y conoce el hambre, el miedo y el frío. Sabe que la vida no es justa.

-Exacto. Sahr es, por el contrario, una persona de buen vivir. Nació, creció, comió y siguió comiendo. Hay muchos en los campos que no pueden decir eso, y tú lo sabes mejor que nadie.- se escucharon unos gritos de júbilo –Parece que han encontrado la entrada. Vayamos con ellos.



La entrada al templo estaba debajo de una de las piedras de la ladera. No era ni la más grande ni la más pequeña y como muchas otras, tenía un hueco en la parte baja de su superficie y estaba recubierta de musgo.

En cuanto los muchachos de la expedición llegaron, apretaron cada milímetro de su superficie hasta que cedió el fondo del hueco, permitiendo ver un túnel angosto que desaparecía en la oscuridad.

-Perfecto, veo que ya lo habéis abierto. Esta vez entraré yo primero para asegurarme de que todo sigue en orden tal y como lo dejé.- me acerqué al hueco, pero Dan me impidió pasar.

-Esperad,- dijo frunciendo el ceño -¿y si fuera una trampa? ¿Y si entrase y nos esperase dentro con alguna trampa preparada para matarnos en cuanto bajemos?

Sonreí para mis adentros. Como pensaba, Dan no era tonto.

-Entonces, ¿qué propones, Dan?- le pregunté. -¿Qué baje otro antes? Puede bajar Mik.

-No, Mik es tu esclavo. Puede que haya estado trabajando para ti todo este tiempo.- todos, a excepción de los dos cazadores, aferraron sus bastones con fuerza –O puede que no sea nada y solo me esté imaginando cosas. De todos modos solo son suposiciones.

Sahr se aproximó a la entrada.

-No es demasiado estrecha, puedo entrar a gatas.- dejó la mochila de cuero en el suelo y entró de cabeza sujetando el bastón con fuerza. 

-Yo si fuera tú me daría la vuelta.- le dije –Hay un escalón al final. Solo falta que tropieces, te rompas el cuello y que tu torpeza sea mi condena.

Sahr me miró con odio unos instantes, antes de hacerme caso.

-¡Ya estoy!- avisó cuando hubo bajado. –Las paredes están llenas de telarañas, y el suelo de barro, pero no parece que haya nada… Hay algunos agujeros en el techo pero entra corriente y parecen respiraderos. Y hay unas lianas hacia el final del túnel.

-Ni se te ocurra tocarlas. Si lo haces, algunas trampillas del suelo se abrirán como nos pasó la última vez.- le avisé. -Nos caeríamos a una fosa de lodo sin fondo y moriríamos ahogados.

El siguiente en bajar fue uno de los cazadores, después Tain y Charles seguidos de Mik y de mí y por último Dan. Antes de que bajara el otro cazador, le pedí que se quedara vigilando.

-Esta es la única entrada al templo. Alguien debería quedarse vigilando para que no se acerquen las bestias y avisar si se acercan otros exploradores… si eso ocurriera solo tienes que graznar dos veces como un grajo.

-Eso es pan comido. Cuídate, hermanito.- le dijo al otro cazador y le observamos extrañados.

-¿No nos habíais dicho que no eráis familia? ¿Qué…?- preguntó Sahr al cazador que se quedó con nosotros, cuando de pronto este sacó un cuchillo y le apuñaló en el cuello. Dejándolo dentro corrió hacia las lianas.

-Cierra la compuerta.- le gritó mientras corría.

Mik y yo nos agachamos junto a Sahr y apretamos sobre la herida del cuello. Al girarme y ver lo que se proponía hacer les grité a los que quedaban:

-¡Al suelo!- al mismo tiempo que se cerraba estruendosamente la compuerta. Rechinando los dientes les volvía gritar -¡Al suelo!

En ese momento llegó el cazador a las lianas, y las sacudió con fuerza. Se oyó un crujido y el suelo tembló, pero no pasó nada.

-¿Qué…?- empezó a decir el cazador, cuando de pronto salió despedido con la espalda doblada en un ángulo extraño y chocó contra una de las paredes. Del hueco de las lianas sobresalía la punta redondeada de un tronco, que se balanceaba con lentitud.

Dan fue el primero en recuperar el aliento.

-No había ningún foso.- me miró a los ojos -Perdona por lo de antes, solo pensé...

-No te disculpes, lo has hecho bien, podía haber sido ese el caso si os hubieran conducido aquí esos dos cazadores en vez de mí.- le respondí rápidamente -Y sí lo hay, pero no lo activan las lianas. Las lianas activan ese tronco de ahí.

-Ya lo he visto, ya. ¿Y ahora qué? Este pasillo no tiene salida, solo lleva a esas lianas.

-¿Tú crees?- avancé con paso decidido hasta el tronco y lo aparté con dificultad. Intenté levantar algunas de las piedras del suelo y conseguí mover una. Debajo había un hueco con una cuerda agarrada a la pared.

Se arrodillaron alrededor.

-Esto conduce a una sala con excavada en la roca, con una rueda dentada en el centro, que sirve para subir el tronco a la posición de ataque. Se sujeta con un bastón de cristal azul que se suelta solo cuando alguien mueve las lianas. Necesito que bajéis dos o tres y le deis dos vueltas a la rueda. Después bloqueadla con el bastón de cristal. Es muy importante que sea con el bastón de cristal.

-¿Está maldito?

-No, en este templo no encontraréis materiales que estén malditos, o al menos no había ninguno cuando vine hace tres meses a revisar que todo estuviese en orden. No, es porque aunque es de cristal es mucho más duro que cualquiera de nuestros puñales, y no vale absolutamente nada, no os darían por él ni media moneda de plata.

Al terminar bajamos los cuerpos del cazador y de Sahr y los tumbamos en el suelo.

-Es muy importante que el otro cazador crea que su hermano también se cayó en el pozo. Quizás intente ver dónde ha caído e intentar sacarle tirando con fuerza de las lianas, ¿entendéis?

-Claro que sí, no somos tan tontos.- me replicó Tain. –Y ahora activa la trampa del foso.

-Solo era por si acaso.- me excusé mientras trepaba fuera.

Al salir le hice una seña a Mik y corrimos como locos a la pared contraria, saltando al mismo tiempo a los respiraderos del techo y empujando las losas para arriba.

De pronto el suelo cedió y, sin darnos tiempo a gritar, volvió a su posición original.




Bien, veamos, aquí se acaba la primera parte. Comentad que os ha parecido si es que os ha parecido algo, y gracias por seguir leyendo y comentando. Un abrazo y hasta luego.



jueves, 26 de junio de 2014

La vuelta al blog y y el regreso de Blank (Prólogo)

Woolis, y buenas tardes a todos,
la versión muy resumida es que he decidido empezar a subir material compuesto o basados en sueños.

En una semana o algo menos termino con el curso y con algo de suerte, y si los dioses aceptan mis donaciones a sus respectivos altares, podría disfrutar de un verano sin vistas a exámenes en septiembre. Espero que para finales de la semana que viene ya tenga desarrollados y repasados algunos sueños e ideas de los últimos meses.

Para empezar he decidido subir Blank, que ya os sonará a algunos porque lo redacté y lo subí a finales del verano pasado, aunque lo quité al remodelar el blog. La idea original no me gusta mucho, pero creo que conseguiré inspirarme de nuevo.

Agradecería cualquier ayuda posible en ese campo, cualquier detalle, de verdad. Si os gusta cómo se desarrolla la trama, si no, qué os gustaría que añadiese, qué le falta a los personajes. Mis diálogos dejan bastante que desear,  qué mejoraríais, qué les hace más humanos y qué frases nunca dirían en sus sano juicio de haber existido. 

Y si estáis dudando entre escribir un comentario o no, hacedlo (o por lo menos proponeos hacerlo). Cuando veo que tengo un comentario nuevo mi corazón da pequeños saltitos de alegría bajo el pecho y lo leo con ansiedad, temiendo que de pronto desaparezca. 


Por último, sobre Blank, explicaré algo mejor de qué trata cuando tenga la siguiente parte. Os dejo justo debajo el prólogo:




Blank

Cuando Alex abrió los ojos se dio cuenta de que estaba en una habitación cuadrada, de paredes blancas. Apenas tenía adornos. Una lámpara de luz blanca estaba incrustada en el techo, un par de espejos rectangulares en una de las paredes, y en el suelo estaba extendida una moqueta blanca. Lo único de distinto color era la puerta, enfrente de él, de color marrón oscuro. Tenía numerosos cerrojos y varias cerraduras, y le recordaba a una caja fuerte.

La única luz provenía de la lámpara del techo, aunque las paredes parecían irradiar su propia luz. En la derecha, junto a los espejos, había un armario del que no quedaban las puertas. Los desgastados goznes colgaban, con matices naranjas de óxido. Estaba vacío. No quedaban ni las perchas.

Al ponerse de pie, Alex se dio cuenta de que estaba semidesnudo, solo llevaba unos calzoncillos a juego con las paredes.

No tiene ventanas
- pensó de pronto. Sin embargo sentía cierta brisa sobre sus piernas. Se dio la vuelta y la brisa cesó. Sobre la moqueta había una gota de sangre fresca.

¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado aquí?
- pensó asustado.

-Estás en casa.- dijo una voz detrás, y se dio la vuelta para encontrarse con la habitación vacía.

-¿Quién lo ha dicho?- gritó.

-Yo.- oyó susurrar a sus espaldas, y notó el aire frío sobre su nuca.

Se giró de golpe. A sus espaldas había una mujer con un camisón a rayas. Tenía el pelo negro, y bajo los ojos marrones tenía dos manchas azuladas. Sus manos, húmedas, colgaban a ambos lados.

Sus ojos parecían mirarle, pero no estaban vivos. Uno de los ojos pareció encogerse por arriba y por el minúsculo hueco salió una hormiga empapada en un líquido azulado. La mujer la sujetó firmemente entre el índice y el pulgar y la lanzó al suelo. Al chocar estalló en una gota roja de sangre.

-¿Quién eres?- murmuró sin voz.

-¿Yo?- preguntó sin mover los labios mientras sonreía. Escuchaba su voz en el interior de su cabeza. De pronto, observándola, la reconoció –Era tu madre.- respondió. Tenía un tono entre divertido y triste.

-¿Mamá? ¿Qué te ha pasado? ¿Esto es un sueño?- pero no estaba convencido. Era demasiado horripilante para ser un sueño.

Su madre sonrió con dulzura y puso ambas manos en su tripa. De pronto, apareció una mancha roja que se extendió. Entre sus manos sobresalió de su tripa la punta ensangrentada de algo, tapado por el camisón.

-No hiciste nada por salvarme.- dijo sin hablar. Una lágrima de sangre le resbaló hasta rozar la barbilla –Oh, Alex. ¿Por qué no me salvaste? Eras el único que podías.- la punta se hundió en su tripa, y la sangre se volvió más oscura.

-¡¿Por qué no hiciste nada?!- sus ojos muertos se clavaron en los de Alex, quien lloraba en silencio -¿Por qué?

La punta volvió a empujar el camisón, esta vez más insistentemente. El camisón cedió y Alex perdió el control sobre sí mismo al ver lo que empujaba.

-¡No!- gritó entre alaridos de terror. Sus ojos no dejaban de moverse intentando apartar la vista, pero eso captaba su atención como un imán.

-¡No!- volvió a gritar, y corrió hacia la puerta.

Se le engancharon un par de dedos del pie con un doblez y puso las manos hacia el suelo para parar la caída. Pero estaba demasiado cerca de la puerta, y su cara se estampó con un sonido sordo sin poder hacer nada.

Se levantó inmediatamente, entre alaridos. Su nariz y sus labios se habían reducido a pulpa, pero él no sentía el dolor. Su cuerpo solo tenía sitio para el terror.

Le temblaban las manos, pero no podía quedarse allí. No quería ni pensar en lo que pasaría si se quedaba allí.

-Oh, pero sí lo sabes.- dijo con voz cantarina una voz en su cabeza. Era la voz de su madre. –Si te quedas…- la voz bajó hasta tonos graves -morirás.

Alex agarró con todas sus fuerzas un cerrojo, pero descubrió que además tenía un candado. Algunos de los cerrojos habían desaparecido, y en su lugar había cadenas, pero Alex ni se fijó en este cambio.

Gimoteando de miedo agarró un cerrojo minúsculo, parecido a aquellos de los baños públicos. Con descorrerlo no conseguiría abrir la puerta, pero se convenció a sí mismo de que marcaría una diferencia.

-No vas a conseguir nada con eso. No vas a alejarte lo suficiente.- la voz se rio y Alex se tapó los oídos con las manos, intentando acallarla.

Algo le rozó el tobillo y Alex lo pisó contra el suelo. Pero no bastaba, y se le escurrió bajo su pie descalzo. Era un ser alargado, semejante a una lombriz blanca, pero del tamaño de uno de sus brazos. Estaba cubierta de una sustancia gelatinosa y transparente, y palpitaba, lleno de vida.

Alex lo volvió a pisar, dando alaridos de terror, pero era demasiado grande; así que lo pateó y le saltó encima, aplastándolo. Eso acalló la voz, y Alex se aferró con ambas manos al cerrojo.

De pronto se descorrió del todo, y su madre gritó con todas sus fuerzas. Alex la miró mientras las últimas lágrimas corrían por sus mejillas, boqueando con fuerza. Su madre no tenía lengua. En su lugar, una larva blanquecina vibraba. De pronto le salieron dos alas redondeadas, alas de mosca, y salió de la boca de su madre, y voló hacia Alex. La parte delantera se desgarró y Alex pudo distinguir tres filas de dientecillos minúsculos y una lengua negra.


La larva rugió y embistió contra los restos de su nariz.






No seáis tímidos al comentar, que no muerdo ;P .

martes, 10 de junio de 2014

Humanoid // (Lena)

Han cambiado demasiadas cosas para que todo vuelva a ser como antes. Continuamente noto las miradas de los demás clavadas en mí. ¿Alguna vez dejarán de mirarme de esta forma? ¿Alguna vez dejaré de leer la tristeza, desesperación, miedo, repugnancia y odio en sus miradas? Quiero creer que sí, pero creo que no será así.

Hace un par de días – antes de que esta pesadilla cobrase forma – podía observarles por las calles, esas figuras tambaleantes que recordaban a obras modernas que hubiesen cobrado vida y se hubiesen bajado de sus pedestales, y que una vez llegaron al suelo se sorprendieron de que las personas a las que les gustaban cuando estaban en lo alto, fijas y en silencio, ahora las rechazaban.

Quieren flores. Una flor es muy bella cuando está pintada en un cuadro o cuando se mantiene inmóvil en su misma pose tras una vitrina, pero cuando habla, cuando trasmite sus sentimientos, cuando expresa sus emociones y sus deseos deja de parecerles bonita. Creen amar a las flores de sus interminables praderas verdes, pero cuando estas se levantan y aceptan su amor se ven envueltos en nuestra pesadilla y nos rechazan.

Me he vuelto a ir del tema. Últimamente me pasa mucho, pero cuando se lo comenté a Paula me dijo que me pasa siempre, que me habré fijado y que por eso lo noto más ahora.
Sigo sin reconocer a quien posa detrás del espejo. Esa no soy yo, desde luego que no. Puede que se mueva cuando se lo pida, pero algún día me sorprenderá con un gesto nuevo y sabré que todo era una broma. Sí, todo esto es una puta broma. Tiene que serlo.



¿Habéis oído hablar de las Grey Lens? Al parecer se le ocurrió la idea a algún idiota informático y su funcionamiento es muy sencillo: te pones unas lentillas transparentes con las que ves igual que si no las tuvieras, aunque también he oído que las tienen graduadas, y cuando tienes un día triste, puedes activarlas desde un móvil para ver el mundo de color gris, desprovisto de vida. Es brillante. En el foro de la página web todo eran comentarios de sorpresa y de entusiasmo, pero ahora ha comenzado allí la primera guerra mundial virtual a raíz de un comentario de un anónimo que decía ‘No necesito unas lentillas para comprender el significado de la tristeza y la desesperación, los humanoides lo vivimos cada día’. A pesar de que la sección policial de Last Future News no deja de asegurar que conocen al individuo humanoide que publicó el comentario y que están tomando medidas no creo que lo sea, ya que no todo en las últimas semanas ha sido desesperación y tristeza: darme cuenta de que sigo disfrutando de los pequeños momentos de lectura y de seguir los semitonos con los dedos me ha llenado de felicidad.