por fin he terminado los exámenes y creo que voy a sacar todo con buenas notas. Hay una asignatura que está ahí ahí, medio dudando, pero seguro que la sacaré.
Bueno, y ahora a dedicarme a escribir, a practicar algún deporte antes de que me quede como Anacleto - porque, ¿quién no ha tenido nunca a Anacleto en las clases de Ciencias Naturales? -, a estudiar idiomas y a pasar momentos esperados y posiblemente muy divertidos con los amigos.
Aquí debajo os dejo una historia de aventuras que soñé el pasado mes de marzo. El titulo original no era una T entre dos corchetes, como posiblemente hayáis podido imaginar. En realidad la iba a llamar Aventura en Soledad, pero me parecía un título muy soso. De todos modos lo dejo a decisión vuestra.
-¿Estás seguro de que era aquí?- me preguntó Luke. Aunque
estaba de espaldas podía sentir su sonrisa burlona en la nuca.
-Completamente.- contesté rechinando los dientes y apretando
el musgo, si se podía, con más fuerza -¿Acaso no me crees?
-Por supuesto que te creo, pero permíteme dudar. Apenas hay
noches en las que no nos cuentes tus proezas, tu valentía, el horror de perder
a tus compañeros y la maldad con la que los antepasados armaron sus templos.-
se dirigió a los otros -Y fíjate qué casualidad que, cuando por fin llegamos a
la entrada de un templo, de uno en el que ya ha estado antes y en el que no
correremos muchos peligros… coño, no encuentra la entrada.
-Esa lengua, Luke.
-Esta lengua es mía, y yo haré lo que quiera con ella.- se
giró y observó los verdes prados situados a lo lejos, con el río Plata
serpenteando entre ellos, mientras se ruborizaba. Sólo los dioses sabían en qué
muchacha estaba pensando.
-Maldita sea.- murmuré mientras palpaba con fuerza el musgo.
Con cada apretón los fluidos que había absorbido de las rocas se derramaban por
su superficie, hasta un chico delgado que se afanaba por recogerlos en vasijas.
-¿No lo encuentras? ¿Puedes volver a apretar esa zona?-
preguntó Mik en voz baja.
-Aún no. Creo que me he equivocado de roca, aunque juraría
que era aquí… hay algo de lo que me estoy olvidando…- agarré la vasija que me
ofrecía Mik y apreté el borde contra el musgo. Inmediatamente los fluidos
verdosos brotaron de su interior y la llenaron.
A ver, habíamos recorrido el río Plata hasta la cascada con
el saliente Hocico de Lobo, donde tomábamos el nacimiento del río a nuestra
izquierda y atravesábamos el bosque hasta encontrar la Escalera del Acantilado,
que consistía en una serie de orificios practicados en la roca. Una vez
habíamos subido todo el material bajábamos por la ladera verde situada al otro
lado hasta las Tumbas Grises y en una de ellas estaba la entrada al templo.
-Y con las Tumbas Grises se referían a estas rocas cubiertas
de musgo gris.- recordé, y entonces caí en la cuenta.
-¡Ya lo tengo!- grité sobresaltando a todo el mundo.
-¿Qué pasa, recuerdas dónde está la entrada?- preguntó Luke.
-Sí- me reí aliviado -, en realidad estaba fallando en una
cosa muy tonta. Veréis, cuando vine por primera vez conté las tumbas que íbamos
dejando atrás y…
-Y dejaste atrás trece, como nosotros hemos hecho ahora, que
no es el número maldito porque este sería el decimocuarto montículo.- añadió un
joven rubio y de piel tostada llamado Dan.
-Sí, pero cuando vine la primera vez no subimos por la Escalera,
sino que la bajamos.
Mik fue el primero en entenderlo.
-Claro, la primera vez subisteis hacia las tumbas, no
bajasteis la ladera hasta ellos.-Así que la entrada al templo… contempló
pensativo los montículos.
-¡El último que llegue se queda con cien monedas menos!-
gritó Luke saliendo disparado para abajo, seguido de Charles, Dan, Tain, Sahr y
los dos cazadores.
Solo quedamos Mik y yo.
-Vaya panda de inútiles. Obsérvales con atención Mik, de
todos ellos los únicos que podrían llevar esta vida serían los dos cazadores de
nombres impronunciables- de los que no me fío -y Dan.
-¿Dan? ¿El campesino Dan? ¿Por qué él y no Sahr?
-Sahr puede quedarse en su cómodo sillón rodeado de
alfombras y vendiendo telas y cachivaches raros. ¿Por qué iba a pasar frío y
temer por su vida en las estepas de los lobos cuándo puede tumbarse junto a su
fuego y pagar a un bardo para que le cante hazañas?
-Entiendo. Dan es un campesino, y conoce el hambre, el miedo
y el frío. Sabe que la vida no es justa.
-Exacto. Sahr es, por el contrario, una persona de buen
vivir. Nació, creció, comió y siguió comiendo. Hay muchos en los campos que no
pueden decir eso, y tú lo sabes mejor que nadie.- se escucharon unos gritos de
júbilo –Parece que han encontrado la entrada. Vayamos con ellos.
La entrada al templo estaba debajo de una de las piedras de
la ladera. No era ni la más grande ni la más pequeña y como muchas otras, tenía
un hueco en la parte baja de su superficie y estaba recubierta de musgo.
En cuanto los muchachos de la expedición llegaron, apretaron
cada milímetro de su superficie hasta que cedió el fondo del hueco, permitiendo
ver un túnel angosto que desaparecía en la oscuridad.
-Perfecto, veo que ya lo habéis abierto. Esta vez entraré yo
primero para asegurarme de que todo sigue en orden tal y como lo dejé.- me
acerqué al hueco, pero Dan me impidió pasar.
-Esperad,- dijo frunciendo el ceño -¿y si fuera una trampa?
¿Y si entrase y nos esperase dentro con alguna trampa preparada para matarnos
en cuanto bajemos?
Sonreí para mis adentros. Como pensaba, Dan no era tonto.
-Entonces, ¿qué propones, Dan?- le pregunté. -¿Qué baje otro
antes? Puede bajar Mik.
-No, Mik es tu esclavo. Puede que haya estado trabajando
para ti todo este tiempo.- todos, a excepción de los dos cazadores, aferraron
sus bastones con fuerza –O puede que no sea nada y solo me esté imaginando
cosas. De todos modos solo son suposiciones.
Sahr se aproximó a la entrada.
-No es demasiado estrecha, puedo entrar a gatas.- dejó la
mochila de cuero en el suelo y entró de cabeza sujetando el bastón con
fuerza.
-Yo si fuera tú me daría la vuelta.- le dije –Hay un escalón
al final. Solo falta que tropieces, te rompas el cuello y que tu torpeza sea mi
condena.
Sahr me miró con odio unos instantes, antes de hacerme caso.
-¡Ya estoy!- avisó cuando hubo bajado. –Las paredes están
llenas de telarañas, y el suelo de barro, pero no parece que haya nada… Hay
algunos agujeros en el techo pero entra corriente y parecen respiraderos. Y hay
unas lianas hacia el final del túnel.
-Ni se te ocurra tocarlas. Si lo haces, algunas trampillas
del suelo se abrirán como nos pasó la última vez.- le avisé. -Nos caeríamos a
una fosa de lodo sin fondo y moriríamos ahogados.
El siguiente en bajar fue uno de los cazadores, después Tain
y Charles seguidos de Mik y de mí y por último Dan. Antes de que bajara el otro
cazador, le pedí que se quedara vigilando.
-Esta es la única entrada al templo. Alguien debería
quedarse vigilando para que no se acerquen las bestias y avisar si se acercan
otros exploradores… si eso ocurriera solo tienes que graznar dos veces como un
grajo.
-Eso es pan comido. Cuídate, hermanito.- le dijo al otro
cazador y le observamos extrañados.
-¿No nos habíais dicho que no eráis familia? ¿Qué…?- preguntó
Sahr al cazador que se quedó con nosotros, cuando de pronto este sacó un
cuchillo y le apuñaló en el cuello. Dejándolo dentro corrió hacia las lianas.
-Cierra la compuerta.- le gritó mientras corría.
Mik y yo nos agachamos junto a Sahr y apretamos sobre la
herida del cuello. Al girarme y ver lo que se proponía hacer les grité a los
que quedaban:
-¡Al suelo!- al mismo tiempo que se cerraba estruendosamente
la compuerta. Rechinando los dientes les volvía gritar -¡Al suelo!
En ese momento llegó el cazador a las lianas, y las sacudió
con fuerza. Se oyó un crujido y el suelo tembló, pero no pasó nada.
-¿Qué…?- empezó a decir el cazador, cuando de pronto salió
despedido con la espalda doblada en un ángulo extraño y chocó contra una de las
paredes. Del hueco de las lianas sobresalía la punta redondeada de un tronco,
que se balanceaba con lentitud.
Dan fue el primero en recuperar el aliento.
-No había ningún foso.- me miró a los ojos -Perdona por lo de antes, solo pensé...
-No te disculpes, lo has hecho bien, podía haber sido ese el caso si os hubieran conducido aquí esos dos cazadores en vez de mí.- le respondí rápidamente -Y sí lo hay, pero no lo activan
las lianas. Las lianas activan ese tronco de ahí.
-Ya lo he visto, ya. ¿Y ahora qué? Este pasillo no tiene
salida, solo lleva a esas lianas.
-¿Tú crees?- avancé con paso decidido hasta el tronco y lo
aparté con dificultad. Intenté levantar algunas de las piedras del suelo y
conseguí mover una. Debajo había un hueco con una cuerda agarrada a la pared.
Se arrodillaron alrededor.
-Esto conduce a una sala con excavada en la roca, con una
rueda dentada en el centro, que sirve para subir el tronco a la posición de
ataque. Se sujeta con un bastón de cristal azul que se suelta solo cuando
alguien mueve las lianas. Necesito que bajéis dos o tres y le deis dos vueltas
a la rueda. Después bloqueadla con el bastón de cristal. Es muy importante que
sea con el bastón de cristal.
-¿Está maldito?
-No, en este templo no encontraréis materiales que estén
malditos, o al menos no había ninguno cuando vine hace tres meses a revisar que
todo estuviese en orden. No, es porque aunque es de cristal es mucho más duro
que cualquiera de nuestros puñales, y no vale absolutamente nada, no os darían
por él ni media moneda de plata.
Al terminar bajamos los cuerpos del cazador y de Sahr y los
tumbamos en el suelo.
-Es muy importante que el otro cazador crea que su hermano
también se cayó en el pozo. Quizás intente ver dónde ha caído e intentar
sacarle tirando con fuerza de las lianas, ¿entendéis?
-Claro que sí, no somos tan tontos.- me replicó Tain. –Y
ahora activa la trampa del foso.
-Solo era por si acaso.- me excusé mientras trepaba fuera.
Al salir le hice una seña a Mik y corrimos como locos a la
pared contraria, saltando al mismo tiempo a los respiraderos del techo y empujando
las losas para arriba.
De pronto el suelo cedió y, sin darnos tiempo a gritar, volvió a su posición original.
Bien, veamos, aquí se acaba la primera parte. Comentad que os ha parecido si es que os ha parecido algo, y gracias por seguir leyendo y comentando. Un abrazo y hasta luego.